Para quienes disfrutamos de comer rico el aceite de oliva es un ingrediente fundamental en nuestras cocinas. Un buen aceite es la terminación justa y perfecta de frescura y sabor para cualquier plato. Se luce y complementa desde algo simple como una sopa o una ensalada hasta preparaciones más sofisticadas y con muchos ingredientes.
Las nuevas tendencias alimentarias que fomentan una alimentación más consciente, los nuevos hábitos de consumo de alimentos que nos llevan a elegir ingredientes naturales, en estación, con menos procesos industriales también tienen al aceite de oliva como protagonista.
Es simple, si queremos comer rico elegimos aceite de oliva. Si queremos comer saludable también.
Pero el protagonismo de este ingrediente no es algo actual, moderno ni responde a modas pasajeras. El aceite de oliva está presente entre nosotros hace mucho, mucho tiempo. Es más, ¿sabías que el uso alimenticio no fue el primer uso que se le dio a este jugo oleoso de las aceitunas?
Y para eso, nos remontamos a miles de años atrás. Unos 7000 aproximadamente. Fue en esa época en que el hombre incorporó el olivo a sus cultivos a partir de la domesticación de su especie más salvaje, el acebuche. Fue justamente por ese jugo viscoso, brilloso y oleoso que se veía a simple vista al romper los frutos del olivo. En un principio, el uso primordial fue como fuente de energía. El aceite al prender arde, da luz, calor. Durante milenios y hasta no hace muchos siglos atrás existieron lámparas de aceite para iluminar hogares, grandes ciudades o incluso los faros que guiaban en el mar.
Luego hubo otros usos. La producción de medicamentos, cosméticos, los primeros perfumes. Se usaba con fines religiosos en distintas civilizaciones antiguas desde Egipto a Grecia, la Antigua Roma o el mundo árabe. De hecho, la palabra aceite proviene de un vocablo árabe y significa: jugo de aceituna. En la antigüedad decir aceite era decir aceite de oliva.
Luego, se incorporó como alimento tanto el fruto del olivo a partir del tratamiento de las aceitunas como al aceite. Ambos muy valorados por su valor energético y el aporte de sabor.
Siempre obtenido por un método natural, basado en la diferencia de densidad y la separación espontánea del agua y el aceite al moler las aceitunas, el aceite de oliva es símbolo de civilización y un reflejo del hombre haciendo buen uso de los bienes de la naturaleza. Desde aquella medialuna fértil, copando toda la cuenca del mar Mediterráneo e incluso cruzando el océano y llegando a América allí donde hay olivo hay cultura, hay historia y hay identidad.
La tecnología hoy nos permite obtener aceites de más calidad, que mantienen toda la frescura de la aceituna, sus compuestos antioxidantes, aromas y sabores más tentadores y disfrutables. Aceites varietales, blends, perfiles distintos, envases que lo cuiden y se adapten a cada uso. El mundo del aceite se amplió, crece y mejora día a día, pero la esencia es la misma, y el entusiasmo y pasión que genera cultivar el olivo y producir los aceites también.